Me gusta el sabor de tu cuerpo.
Hasta ahora no había estirado de
esa forma el gusto regaliz de la franja de piel
más templada en un cuerpo de hombre.
Y digo regaliz, como pudo ser chocolate, mar, azul o nube;
apareciendo engarzados cada uno, en pausados movimientos del sabor.
Y lo digo además,
porque este aventajado sentido que me guía,
anticipa el juego, volar, la libertad...
que se deslizan a cada bocanada de contacto con tu piel.
Horas agradables enlazada a tu cuerpo.
Espacio fugaz o infinito que se agota a cada instante:
... latigazo de inquietud
... bofetada de paternidad gratuita.
¿Tú?¿Yo?¿Los dos?
Vacío. Miedo. Vértigo. Inseguridad... Prejuicios. Mentiras.
A pesar de todo..., gratos momentos.
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