Idearé una escalera donde cada peldaño en la subida
se traduzca en un impulso que me conduzca al lejano cuerpo celeste,
podré elegir así no bajar a la tierra durante una temporada.
Disfrutaré de su azul compañía,
acunándome en un lecho de estrellas
para que el miedo a dormir no se cobije cada noche
en mi pijama de prisa y desconcierto.
Quiero subir tan alto…, ya dije, a la luna;
Allí donde se desconozcan los marcadores horarios,
intentando cada día el no avance de las agujas-
brazos que aprietan el tiempo
evitando el libre albedrío de las estaciones-
para que solo ellas, que nunca saben quedarse quietas,
sean las que indiquen cada imprevisto en el reloj.
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